FUENTE: LA TRIBUNA DE ALBACETE

Aunque la cueva de los Chorros se conoce desde antiguo con más de una historia que habla de meriendas en los llanos que están abajo y de subidas hasta la misma boca de la cavidad, e incluso de alguna incursión galería adentro para ver de dónde surgían sus aguas, lo cierto es que hasta 1955 esta cavidad no se descubre a nivel espeleológico y hasta 1965 no se empieza a conocer en términos  topográficos gracias a que dos espeleólogos alcoyanos, Rafael Plá y Francisco Pavía, a la vuelta de un viaje por el norte del país, se acercaron hasta Riópar para comprobar la veracidad de unos comentarios que le había llegado sobre la existencia de una gran cavidad de la que salía agua en el medio de una pared.  1965 supuso igualmente el inicio de un trabajo que ha llegado hasta hoy gracias a los numerosos de espeleólogos que durante estas casi cinco décadas se han dejado caer por allí. Ahora bien, pese a todo lo realizado y  el tiempo transcurrido, a ciencia cierta aún  no se sabe dónde está el fin de esta cueva que recibe miles y miles de visitantes al año, según comenta Juan Antonio Martínez Cutillas, portavoz de la asociación de espeleología Extopocien; una asociación perteneciente a la Federación Castellano-Manchega de Espeleología, que surgió en 1993 a fin de aunar los esfuerzos que espeleólogos de diferentes provincias estaban haciendo en pro de concluir los trabajos pendientes y topografiar las cavidades desconocidas que las hay y muchas. Y es que, añade a continuación, hablar de esta cavidad en términos de exploración es hacerlo de una formación geológica que continuamente está interrumpida por sifones, o dicho de otra manera, por galerías inundadas, de manera que llegados a este punto los únicos que pueden pasar son los que practican el buceo en cavidades, muy diferente al que se hace en mar, y más complejo, pues «aquí hay que volver por el mismo camino». Pero es que, además, no debemos olvidar que por dentro transcurre un río, el que luego vemos salir por la boca.

A falta de lo que depare el sector nuevo en el que están inmersos, el cuarto,  los kilómetros que han sido topografiados no llegan a los 30 desde el nacimiento hasta la parte de atrás descubierta, de los cuales, en línea recta únicamente son unos ocho, y el resto  galerías, además, a veces, repartidas entre tres o cuatro pisos y es que el terreno es calizo, de manera que el agua irá profundizando hasta que no puede bajar más de nivel pues sólo queda arcilla.

La cueva es, igualmente sólo una pequeña parte de un paraje más amplio, la Cañada de los Mojones y de hecho, matiza Martínez Cutillas, «la exploración ha llegado a un punto en el que la tendencia de la cavidad no va a ser a la baja, sino al contrario, hacía arriba, por lo que n menos de 700 metros nos va a tocar saltar a la otra vertiente por lo que no sabemos lo que nos  vamos a poder encontrar a lo largo y ancho de una red que bien puede ser siete u ocho veces más grande que lo que hemos conocido. La cueva no está ni muchísimo menos en la parte más alta del Calar del Río Mundo ni es, por otra parte, la única cavidad».

El efecto visual más importante es el reventón. Pero llegados a este punto hay que aclarar varias cosas. La primera que el agua no entra al canal principal de la cueva por un único sitio sino por varios y la segunda que el reventón no es otra cosa que el desahogue de los sifones y de los lagos internos que también los hay (algunos pueden llegar a tener hasta 40 metros de longitud y una profundidad máxima de unos 10 metros), que sea por el deshielo, por lluvias continuas o por una fuerte tormenta se han visto desbordados.  La cueva está abierta, como es conocido. El número de los que entran a diario, sea a título individual o en grupo, los marca el  Parque Natural de los Calares a fin de evitar una masificación e indirectamente un deterioro ambiental el entorno. Y el límite de hasta dónde pueden entrar lo marcaría la preparación técnica y física del interesado en cuestión.

La asociación de la que forma parte Juan Antonio Martínez Cutilas, en concreto, entrará más o menos en primavera cuando el agua permita la entrada de los buzos, al margen de que ahora lo que les tiene más que ocupados es terminar la topografía del sector nuevo, el cuarto, en donde, los buzos llevan sólo unos 300 metros de sifón, de galería totalmente inundada, explorados y se ha hecho alguna que otra conexión.

Lo realizado. Detrás de todo esto como se ha mencionado desde 1993 está Extopocien, una asociación que aglutina a espeleólogos y que surgió, como igualmente se ha mencionado, para unir lo hecho. Y es que por la cueva han pasado espeleólogos de varias provincia que poco a poco se fueron adentrando hasta llegar al momento actual y eso que en 1966 se llegó a considerar que esta cavidad albacetense estaba totalmente explorada, una vez un grupo de espeleólogos alcoyanos tras seis días consecutivos de exploración topografiasen 1.000 metros; 1.000 metros que al año siguiente, no obstante, primero pasaron a 7.000 y después a 8.500 de los que se llegaron a topografiar 7.158 gracias a la colaboración de numerosos espeleólogos de diversos clubes.

La década de los 60 también dejó tras de sí las localizaciones de las primeras simas, así como la primera inmersión de un sifón que posteriormente sería bautizado con el nombre de ‘José Manuel Vera’, y la exploración de algunas galerías del otro lado. La década de los 70 supuso el descubrimiento de otro sifón, el Vera. Y la de los 80  fue cuando, además de exploraciones y de la realización de diferentes estudios topográficos, se descubrió una nueva entrada en la cavidad y el último gran sifón de la cavidad, el entonces llamado Terminal, hoy Mateo. Estamos ya en el segundo sector. Los años 90 supusieron para la cueva de Los Chorros, la topografía de buena parte del sector primero, la exploración de simas en la cañada de Los Mojones, así como la realización de sondeos eléctricos y el descubrimiento de una sima junto al barranco de los Pinos y que acabará siendo la puerta de entrada, en lo que son exploraciones, al que es el tercer sector de la cueva, algo que ocurrirá en el 2002. No obstante, no fue hasta a el 2007 cuando se encontró ese acceso que permitió conectar definitivamente una sima concreta con el complejo de la cueva de Los Chorros. Tal conexión es la que ha permitido, en definitiva, que en estos momentos se superen los 28.000 metros topografiado.

En el 2014 la asociación Extopocien está en disposición de publicar los trabajos realizados de exploración en la cueva de Los Chorros. Dividida en cuatro sectores, tres de ellos, comenta Martínez Cutillas, están explorados y topografíados prácticamente en su totalidad y el que falta, el cuarto, está en vías de exploración y de forzamiento de una entrada desde el exterior. Los trabajos de exploración se están haciendo en dirección sur. Detrás de estos trabajos, concluye diciendo el representante de Extopocien, están los compañeros de esta Asociación, perteneciente a la Federación Castellano-Manchega de Espeleología, pero también otros grupos invitados, como lo buzos del CENM de Cartagena. También tiene presencia en Junta Rectora del Parque Natural de los Calares del Mundo y de la Sima.